LIBRO CON MÁS DE 150 FOTOGRAFÍAS
Escribidores de Luz
Ariel Gutiérrez Cabello
Introducción
En esta maravillosa colección de noventa y seis imágenes de la ciudad de Saltillo, tomadas durante los últimos meses del año de 1900 –según pudimos datar y corroborar entre un almanaque tomado de una de las imágenes, donde se distinguen la vegetación y las vestimentas–, vemos con nostalgia calles, negocios, fábricas, niñas y niños, trabajadores y personajes representando a los tres niveles de gobierno, algunos edificios emblemáticos, muchos de ellos ya desaparecidos por el paso del tiempo, y otros inmuebles esfumados por negligencia o, peor aún, por la idea –de muchos– de que lo antiguo ya no sirve.
Esta muestra fotográfica nos transporta al pasado, nos hace reflexionar sobre el patrimonio arquitectónico que hemos perdido, nos lleva al tiempo de nuestros ancestros. El implacable tiempo no se detiene, éste ya no es el mismo, y el espacio se ha ido modificando con el devenir de los años, dando paso a nuevas construcciones por las cuales quedan, en algunos casos, sólo vestigios de esas épocas de antaño.
En estos mismos sitios y calles, hace ya más de cuatrocientos años fue donde el capitán Alberto del Canto llegó y fundó la Villa de Santiago del Saltillo. Al lado de la Villa del Santiago de Saltillo , Francisco de Urdiñola, acompañado de varias familias tlaxcaltecas, erigió en 1591 el pueblo de San Esteban de Nueva Tlaxcala, apartado sólo por una acequia de la Villa. Por estas estrechas, retorcidas callejuelas, rodeadas de caseríos fabricados de adobe, pasaron fray Juan Larios, el fundador de la antigua provincia de Nueva Extremadura, y fray Margil de Jesús, en su viaje para poblar a la lejana provincia de Texas.
En las viejas casas y edificios de nuestra ciudad, durante la primera década del siglo XIX, los efectivos comandados por el general José Mariano Jiménez, y luego por el “Padre de la Patria”, el cura Miguel Hidalgo, y don Ignacio Allende, dormirían y planearían las estrategias del movimiento insurgente. Por estas empinadas calles y vetustas casonas marcharon y se asentaron las tropas del ejército de Estados Unidos, dirigidas por el general Zachary Taylor, durante la guerra entre nuestro país y los vecinos del norte. En aquellas épocas la frontera entre los dos países estaba situada muchas leguas más al norte de lo que está ahora. Los estadounidenses, en su invasión a nuestra ciudad, utilizaron la Catedral de Santiago como hospital en la Guerra de Intervención; años más tarde, por las empedradas callejuelas transitaron los carruajes del presidente Benito Juárez con su familia, y de igual manera los ministros que le acompañaban casi al término del segundo tercio del siglo XIX.
En estos mismos espacios y vías de Saltillo marcharon hacia Querétaro los soldados que combatieron durante la Guerra de Reforma. En las casas estuvieron las tropas del ejército galo durante la Intervención Francesa; en estos suelos construirían sus hogares líderes militares, empresarios extranjeros y promotores del ferrocarril que cambiaron la economía de nuestra comunidad.
En la primera década de siglo XX, desde un balcón del Hotel Coahuila, Francisco I. Madero pronunció un emotivo discurso buscando el apoyo de la gente para llegar a la presidencia de la República. Al inicio de la Revolución Mexicana, Venustiano Carranza –siendo gobernador de Coahuila– con un grupo de ciudadanos recorrería las calles y los alrededores de nuestra ciudad, al inicio del movimiento armado que desencadenaría en la cruenta lucha.
Numerosos edificios de Saltillo han desaparecido, los empedrados de sus calles han sido remplazados por asfalto, muchas de las casas han eclipsado para dar lugar a otras construcciones “modernas”. Los viejos mesones se han ido, de los molinos de trigo sólo quedan vestigios, sólo parte de los antiguos acueductos que servían de fuerza hidráulica para las fábricas textiles sigue en pie. Afortunadamente, sin embargo, hay todavía edificios que han sobrevivido, y estoy seguro que esta colección servirá para apreciar y tomarle más cariño a nuestra hermosa ciudad.
Ariel Gutiérrez Cabello